La provincia de Buenos Aires se desangra en un baño de sangre, mientras el gobernador Axel Kicillof, ajeno a la realidad, marcha contra el discurso de Javier Milei.
El horror y la desidia
La provincia de Buenos Aires, otrora joya de la Argentina, ha caído en un abismo de inseguridad que la ha convertido en tierra de nadie. La violencia se ha desatado, cobrándose vidas inocentes y convirtiendo las calles en escenarios de terror. Los ciudadanos viven atemorizados, prisioneros en sus propias casas, mientras el gobierno kirchnerista mira hacia otro lado.
El asesinato del repartidor de PedidosYa en Moreno es un ejemplo desgarrador de la desidia del gobierno. Un trabajador honesto, padre de familia, apuñalado siete veces en plena calle, mientras el gobernador Kicillof se pasea por las plazas alentando la militancia ideológica. La protesta de los trabajadores y vecinos de Moreno, exigiendo seguridad, fue reprimida violentamente por la policía, un claro mensaje de que el gobierno no está dispuesto a escuchar a la gente.
El crimen organizado ha hecho metástasis en la provincia, controlando barrios enteros y sembrando el pánico. Las bandas narco se disputan el territorio, dejando un reguero de sangre y dolor. Las entraderas, los robos a mano armada, los secuestros y las extorsiones son el pan de cada día para los bonaerenses, que viven en un estado de zozobra constante.
Kicillof: el gobernador ausente
Mientras la provincia se desangra, el gobernador Axel Kicillof se muestra ajeno al sufrimiento de su gente. En lugar de abocarse a resolver los problemas reales de los bonaerenses, se dedica a atacar al presidente Milei, cuestionando su discurso en el Foro Económico de Davos y calificando su política económica como un «espanto».
Es irónico que Kicillof hable de «agresión» y «violencia» en el discurso del presidente, cuando en su propia provincia la inseguridad ha convertido a las calles en tierra de nadie y su única respuesta es reprimir a quienes piden soluciones.
La represión en Moreno es una muestra clara de la hipocresía del kirchnerismo: hablan de derechos, pero reprimen con brutalidad cuando la gente demanda seguridad. Hablan de democracia, pero desoyen el clamor popular. Hablan de inclusión, pero dejan a su propia gente a merced de la delincuencia.
El kirchnerismo y la ideología garantista
El kirchnerismo ha abrazado una ideología garantista que ha atado de manos a las fuerzas de seguridad y ha convertido a los criminales en víctimas. Los delincuentes entran y salen de la cárcel como si fuera una puerta giratoria, mientras las víctimas quedan desprotegidas.
La política garantista del kirchnerismo se basa en la creencia de que el delito es una consecuencia de la pobreza y la desigualdad. Sin embargo, como lo demuestra la realidad de la provincia de Buenos Aires, el crimen no es un problema de ricos o pobres, sino un problema de falta de ley y orden.
El kirchnerismo ha creado un sistema en el que los derechos de los delincuentes están por encima de los derechos de las víctimas. Los jueces liberan a los criminales con una facilidad pasmosa, mientras las víctimas se quedan sin justicia.
La complicidad de la policía y el poder político
En muchos casos, la policía es cómplice de la delincuencia. Los agentes corruptos brindan protección a los criminales a cambio de dinero o favores. La complicidad entre la policía y el poder político es un cáncer que ha carcomido las entrañas de la provincia de Buenos Aires.
El caso del narcotraficante detenido en la casa del intendente de José C. Paz es un ejemplo elocuente de la complicidad entre la policía y el poder político. El intendente, un kirchnerista de pura cepa, se escondía detrás de la inmunidad que le otorga su cargo para proteger al criminal.
Esta complicidad entre la policía y el poder político ha creado un círculo vicioso que perpetúa la inseguridad en la provincia de Buenos Aires. Los criminales se sienten impunes, mientras que las víctimas quedan desamparadas.
La esperanza en Javier Milei
Frente a la desidia del gobierno kirchnerista, Javier Milei representa una esperanza para los bonaerenses. Su discurso claro y contundente contra la inseguridad ha resonado en la población, que ve en él a un líder capaz de poner orden y devolverles la tranquilidad.
Milei ha prometido mano dura contra el delito. Ha dicho que bajará la edad de imputabilidad, aumentará las penas para los delincuentes y expulsará a los extranjeros que cometan delitos. También ha propuesto crear una policía de proximidad, integrada por agentes que estén cerca del vecino y conozcan los problemas de su comunidad.
Las propuestas de Milei han generado una gran expectativa entre los bonaerenses, que están cansados de vivir con miedo y quieren recuperar la seguridad en sus calles.
El kirchnerismo debe rendir cuentas
El kirchnerismo ha fracasado en su gestión de la provincia de Buenos Aires. La inseguridad se ha desatado, la economía está estancada y la educación y la salud están en crisis. Los bonaerenses están cansados del kirchnerismo y exigen un cambio.
El kirchnerismo debe rendir cuentas por su desidia y su complicidad con el delito. Los bonaerenses tienen derecho a vivir en una provincia segura, donde puedan caminar por las calles sin miedo y donde sus hijos puedan ir a la escuela sin temor a ser asaltados.
El kirchnerismo ha perdido el rumbo y es hora de que se vaya. Los bonaerenses merecen un gobierno que los escuche, los proteja y trabaje por su bienestar.

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